“Un lamento como preludio de las horas muertas”, cantó Concha Buika para el público, que llenó la Sala de Espectáculos del Centro Cultural Tijuana el sábado por la noche, acompañada de Paco y Popo en dos guitarras flamencas y Ramón Porriña su cajonero oficial en un concierto enmarcado en las celebraciones del 32 aniversario de la institución.
“Creo que estaría bien que antes de decirnos el nombre deberíamos contarnos un secreto, para recordarnos que somos lo mismo”, dijo para dar inicio un concierto que llegó casi al punto de un ritual, donde la española ofició de sacerdotisa del amor ausente, de la pérdida constante convertida en compás de cante hondo.
Tú volverás compuesta por María Concepción Balboa Buika y Francisco Javier Lopez Limón sonó en la Sala, dando por sentado un vínculo de amor hacia el padre de la cantautora que conmovió a su público, que había exigido esa canción a gritos desde el momento mismo en que apareció en el escenario.
Su padre muerto y el amor que se convierte en abandono se iban evocando, su voz singular y expresiva fue el vehículo de temas que parecían recién compuestos y decididamente sólo para ella, como si Ernesto Lecuona le hubiera compuesto Siboney, como si José Alfredo le hubiera dedicado Vámonos.
Su voz abarca demasiados matices, es un suave terciopelo, pero es también es un grito de alma desgarrada y es también el sonido de tambores de una tierra que no conoció, pero que le es de origen, es alegre, es una fiesta, es una provocación sin límites.
“Fue en este país donde descubrí el significado de la palabra resistencia y me la enseñó mi mamá”, dijo refiriéndose Chavela Vargas, “es una de mis palabras favoritas y es un instinto que me guía, me alimenta el hambre más que la comida”, dijo antes de dar nueva vida al Último trago con que José Alfredo marcara el final de una fiesta.
Al ritmo del cajón inició otro tema de Jiménez que la cantante reinventó, Las ciudades, arrancó los aplausos, Nos hizo falta tiempo gritó en el público una mujer, “eso nos va a hacer falta siempre mi amor, siempre podíamos haber amado más”, respondió Buika y comienzó a cantar “Se hizo fácil borrar de mi memoria, a esa mujer a quien yo amaba tanto”.
La canción original subyacía en la interpretación de Buika, pero se transformó en una evocación flamenca que sedujo al público, quien parecía escuchar por vez primera cada tema, como el tango Amor de mis amores, del argentino Ángel Cabral, grabado por artistas europeos y americanos, incluso en ritmo de cumbia que ella reconstruyó como propio.
Siguió cantando, Que no somos iguales se unió a No habrá nadie en el mundo, Miénteme bien, La nave del olvido, y Mi niña Lola canción que Buika regaló junto Las simples cosas para dar por terminada esta cita tan esperada, su primera pero no seguramente no última visita a Tijuana.
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